Payload Logo
the potand The Potter
Reflexiones

Caminando con mi padre

Author

Evelyn García

Date Published

Mi caminar con mi Padre no comenzó hace ocho meses. Comenzó hace casi veintitrés años, cuando acepté a Jesús por primera vez, siendo una adolescente de quince años. Aunque no permanecí fiel a Él, caminando a Su lado solo durante unos tres años, hay algo que aún recuerdo de ese tiempo: hambre.

Hambre por Su presencia.

Hambre por pasar tiempo con Él.

Hambre por sentarme en mi cuarto solo para hablar con el Espíritu Santo sobre Dios.

Pero incluso en medio de esa hambre, comencé a sentirme insuficiente. Lo que me enseñaban no coincidía con la forma en que yo conectaba naturalmente con Dios, y empecé a creer que la manera en que le hablaba no era aceptable.

Así que, poco a poco, me alejé.

No porque no lo amara,

sino porque creí que no era suficiente.

Y corrí.

No por días.

No por meses.

Corrí durante 19 años.

Diecinueve años creyendo que me había descalificado de la amistad con Dios que tanto anhelaba. Pero esta es la verdad: aunque le entregué por completo mi corazón hace solo ocho o nueve meses, Él ya había estado obrando en él desde mucho antes. Estoy aquí para contarte lo que pasa cuando comienzas a buscar a tu Padre con todo tu corazón. Cuando dejas de huir y empiezas a acercarte.

Si tuviera que elegir una palabra para describir los últimos ocho meses, sería fe. Y justo al lado de esa palabra, estaría duda. Porque he aprendido que servimos a un Dios que no se asusta con nuestras dudas. Un Dios que no se intimida por nuestras preguntas. Sino un Dios que nos recibe, no cuando ya lo entendemos todo, sino en medio de nuestra lucha.

He llegado a entender que ser fiel no significa nunca dudar de Sus promesas. Significa llevarle esas dudas a Él, en lugar de huir. Significa presentarse, incluso cuando uno se siente inseguro. Significa ser honesto con Él, porque Él no busca una actuación, Él busca intimidad. Y Él se alegra cuando le hablamos como a un amigo. No con palabras perfectas ni oraciones pulidas. Sino desde el corazón. Él espera que le contemos nuestros días, nuestros miedos, nuestros fracasos, no porque no los sepa ya, sino porque desea tenernos cerca.

No siempre necesitamos que alguien más nos dé una palabra profética. A veces solo necesitamos detenernos y escuchar. Porque cuando lo buscamos, Él habla. Pero últimamente, el Padre me hizo una pregunta que no pude ignorar: “¿En qué momento las palabras de confirmación de otros se volvieron más importantes que las palabras que Yo ya he hablado sobre tu vida? ¿Acaso Mis palabras no son suficientes para ti? ¿O solo lo son los domingos por la mañana, y para el miércoles ya se han desgastado?” Y me quedé meditando en eso. Porque, ¿cuántas veces he clamado por más pruebas… cuando la Palabra ya había sido dicha?

Pienso en Abraham. No lo llamaron el padre de la fe porque lo tuviera todo resuelto. Fue llamado justo porque, incluso cuando dudaba, seguía caminando. No caminaba en perfección, caminaba en total dependencia. Así que hoy, tal vez no tenga todas las respuestas, pero estoy aprendiendo que la fe no se trata de certeza. Se trata de presentarse con manos temblorosas. Se trata de decir: “Todavía creo que Tú estás escribiendo esta historia, aunque aún no vea el siguiente capítulo”.

Elijo creer que el mismo Dios que me persiguió en medio del silencio, la rebeldía y la duda, sigue siendo el que sostiene la pluma. Y tal vez eso es realmente la fe: no la ausencia de preguntas, sino el valor de seguir caminando con Aquel que nunca deja de esperarnos. Y cuando seguimos caminando con Él, comienzan a ocurrir cosas milagrosas, no solo en nuestras vidas, sino a través de nosotros. Nos convertimos en verdaderos testigos Suyos. Su esencia queda impresa en cada átomo, en cada molécula de nuestro ser. Y dondequiera que vamos, llevamos la evidencia de que Él es real.

Y por eso sigo aquí. No porque sea fácil. No porque todo tenga sentido todavía. Sigo caminando porque ya probé lo que es caminar con Él, porque he escuchado Su voz en medio del caos. Y una vez que pruebas eso… sin importar la duda, sin importar el cansancio, no hay forma de volver atrás. Solo hay un camino hacia adelante, con la cruz delante recordándonos que, sea cual sea la situación, Jesús ya estuvo ahí abriendo camino para nosotros.




Deja tu comentario



Comentarios

Cargando comentarios…