¿Realmente le crees a Dios?
Author
Evelyn García
Date Published
Rut 1:1-6
Los primeros versos del capítulo 1 de Rut nos introducen a una familia enfrentando escasez, incertidumbre y dolor. La Palabra indica que una hambruna azotaba la tierra. Es así como la familia de Elimelec y Noemí deciden tomar sus pertenencias y mudarse, junto con sus dos hijos, a Moab.
Es interesante cómo a veces somos movidos por situaciones o circunstancias a tomar decisiones que, en el momento, parecieran ser lógicas, pero que posiblemente nos alejan del propósito que Dios tenía para nosotros. Mudarse, en sí, no sugiere que caminas lejos de la voluntad de Dios. De hecho, en la Escritura podemos encontrar varios ejemplos donde Dios le pidió a personas cambiar su geografía. La diferencia con Noemí y Elimelec no es la acción de cambiar de ciudad, sino a dónde. Moab era un pueblo de dioses paganos, donde se realizaban sacrificios humanos, y Dios, ya en Deuteronomio 23, hace una distinción clara sobre los moabitas.
El hecho de que el texto bíblico señale el lugar al que pertenecían, Belén (Casa del Pan), y el lugar al que decidieron ir para escapar del hambre, te hace pensar si su decisión fue lógica o desobediencia.
¿Cuántas veces tomamos decisiones que nos podrían estar alejando de la voluntad perfecta de Dios, solo porque la opción que tenemos al frente nos parece más lógica?
Y si lo has hecho, ¿te has detenido a pensar qué revelan nuestras elecciones diarias sobre lo que realmente creemos de Dios?
Seguramente, para Noemí y Elimelec cambiar de ciudad no significó gran cosa. Es más, debieron verlo como la decisión más natural para proteger a su familia. Pero, sin ser conscientes, se alejaban de Dios. Elimelec, como padre, esposo y proveedor, debió sentir sobre sus hombros el peso de tener el sustento suficiente para su familia, los recursos necesarios para que no les faltara nada. Y al ver la ausencia de comida y recursos, lo lógico era buscar una solución.
El problema es que, sin darnos cuenta, hacemos una costumbre la toma de decisiones sin consultar con Dios qué piensa al respecto.
Y hacemos un hábito el tomar decisiones basadas en lo que nuestras emociones o razón nos dicen. Pregúntate: las decisiones que estás a punto de tomar, ¿te acercan o te alejan de Dios y sus promesas? ¿Estás actuando en fe o por impulso?
Moab puede tomar distintas formas en nuestras vidas. Moab no necesariamente representa un lugar, pero para muchos viene en forma de relaciones que nos alejan de nuestra comunión con Dios, creencias que no van acorde a lo que la Escritura dice de Él, o decisiones que sabemos podrían representar una amenaza potencial a nuestra comunión con nuestro Padre.
En estos momentos, deberíamos preguntarnos si estamos decidiendo desde nuestros propios deseos, para evitar el dolor o la espera.
Y de ser así, ¿realmente le crees a Dios? La familia de Elimelec tomó una decisión que tenía sentido desde lo humano, pero espiritualmente los alejaba del territorio de la promesa.
Y esto es justamente lo que muchos de nosotros hacemos cuando las promesas de Dios se tardan, o cuando nos cuesta confiar en medio del proceso.
Nos adelantamos. Decidimos darle un “empujoncito” a Dios. Dejamos que nuestras circunstancias dicten nuestras decisiones, en vez de aferrarnos a lo que Dios ya ha dicho. Sara hizo lo mismo. Al ver que Dios “había cerrado su vientre” y que la promesa de descendencia se demoraba, entregó a Abraham su esclava, Agar. Tomó el control. Quiso resolver. Como Elimelec. Como tú. Como yo.
Rut 1:2 dice que, al llegar a Moab, “se establecieron allí”. Lo que comenzó como algo temporal se volvió permanente. Es un detalle clave.
Muchas veces salimos de la voluntad de Dios pensando que solo será ‘por un tiempo’, pero el corazón humano se acomoda.
Y donde no debíamos quedarnos, echamos raíces. Eso fue lo que le pasó a esta familia. Salieron para no morir… y terminaron muriendo. Primero Elimelec, luego sus hijos. Noemí quedó sola: sin esposo, sin hijos, sin provisión.
No solo enterraron a sus hombres, también su seguridad, su estabilidad, su esperanza.
Cuando se vive mucho tiempo fuera de la voluntad de Dios, se empieza a poner la esperanza en lugares equivocados. Y el alma se desgasta.
Huir de la incomodidad del proceso rara vez nos evita el dolor.
A veces, por miedo a sufrir, tomamos decisiones que nos dan alivio inmediato, pero terminan convirtiéndose en una cárcel. El alivio breve de alejarnos de la voluntad perfecta de Dios se vuelve una prisión sutil, disfrazada de “tranquilidad”. Pero ya no hay paz. Solo silencio.
Después de todo esto, Noemí decide volver a Belén. Volver no debió ser fácil. Implicaba dejar atrás pertenencias, relaciones, recuerdos. Volver siempre implica rendirse.
Pero eso es exactamente el arrepentimiento: un cambio de dirección, una renuncia al control, un regreso al corazón de Dios.
¿Cuántas veces has tomado decisiones por desesperación? ¿Qué dicen tus elecciones de lo que crees de Dios? Porque si creemos que Él es santo, soberano, fiel, todopoderoso, que no miente y que su Palabra no cambia, ¿por qué confiamos más en nuestro propio criterio que en el suyo?
Quizá estás en Moab, cuando Él te llamó a Belén. Quizá te has establecido donde Dios no te envió.
Hoy te invito a hacerte esta pregunta:
¿Dónde estás habitando?
¿En su presencia o en Moab?
¿Estás caminando bajo la obediencia o tomando decisiones desde el miedo, el dolor o la impaciencia?
Si necesitas regresar, regresa. Si necesitas arrepentirte, hazlo.
Dios nunca dejó Belén. Y siempre está esperando con los brazos abiertos a quien decida volver
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